La gente que conoce chicos
implantados muchas veces no entienden porque “nos hacemos tanto problema” si al
final “el nene escucha y habla como todos”.
Esto me ha sucedido entre amigas, conocidos, en ámbitos recreativos
y escolares y en la propia familia también. Lógicamente es una suerte que esto
suceda porque nos habla acerca de cómo los demás ven en este caso a mi hijo. No
parecen encontrar diferencias más allá de lo estético, entre mi hijo y otros
niños de su edad.
Queda instalada la idea según la cual, si tiene un implante
que le permite oír ya no es más sordo . Ciertamente no es así.
El Implante Coclear es un instrumento maravilloso que
permite recuperar la función auditiva.
Hay diversos factores que intervienen en el buen funcionamiento del
mismo como ser que este adecuadamente calibrado y que esta calibración se
controle periódicamente dependiendo la edad. Una vez colocado influye la edad
en que se realiza la intervención, teniendo mayor éxito en la comprensión y
producción del habla en aquellos niños implantados más tempranamente. Los
humanos comenzamos a oír desde el vientre materno, luego de nacer incorporamos
sonidos y palabras durante un año antes de comenzar a emitir sonidos con alguna intención. Cuando un bebé nace
con hipoacusia ese tiempo se pierde y comienza a recuperarse luego de la
activación del implante coclear. Con una adecuada estimulación auditiva esa
brecha que existe entre el desarrollo de la comprensión auditiva y el habla con
respecto a otros niños normales de su edad, puede acortarse.
Si todo sucede exitosamente, mucha gente dirá lo que comenté
al principio, olvidando que el uso del Implante Coclear como cualquier otra
prótesis, requiere de un esfuerzo extra de parte del usuario. Lo que la mayoría
realiza naturalmente es un proceso complejo que involucra no solo el
funcionamiento del oído perse como órgano, sino también diversas funciones
cerebrales. Por ejemplo cuando estamos conversando en una reunión, “decidimos”
escuchar a nuestro interlocutor dejando de lado el barullo del gentío. En medio
de la charla podemos “elegir” escuchar la conversación de la pareja de que
conversa a nuestro lado, y si no nos interesa lo que dicen volver a prestar
atención a quien nos esta hablando. Todo este acto que hacemos regularmente,
sin pensarlo, lleva muchos procesos mentales involucrados e interrelacionados
entre si que el niño implantado debe aprender a realizar, lográndolo con mayor
o menor éxito, por ejemplo en clase en la escuela.
Por este motivo muchas veces la gente que posee implante
coclear llega una hora del día, o la noche, donde ya quieren “desconectarse”.
Para explicarlo suelo contar el ejemplo más visible, por lo
tanto más concreto. Si tenemos que caminar 15 cuadras junto a una persona que
tiene una pierna ortopédica, seguro que ambos pueden hacerlo. La persona con
ambas piernas caminara ágilmente, la de pierna ortopédica quizá lo haga con un
pequeño contorneo hacia el lado de la prótesis. La primer persona en medio del
camino podrá patear una piedra, la otra ¿Podrá? ¿se arriesgara a romper su
protesis? Ambas llegaran a destino. La primera tal vez decida correr un rato
ahora que entro en calor. La de la prótesis quizá se siente a tomar algo,
porque esta pensando que a la noche tiene una fiesta y no quiere estar cansado.
Ambos hacen casi lo mismo pero con diferente costo
energético.
Los niños con Implante Coclear hacen un gran esfuerzo para
realizar tareas que para otros salen en forma natural y es un gran logro para
ellos que los demás crean que no les cuesta nada.
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