Cuando Milo tenia 11 meses usaba
audífonos. Ciertamente para mi no era nada fácil. La oferta de auxiliares
auditivos es amplia y variada pero de entrada,
como primer acercamiento es siempre un embrollo. El día que me mostraron los audífonos
me dió un ataque. No me imaginaba como iba a hacer para acordarme como
prenderlos, cargarlos, no olvidarme las pilas, limpiarlos y además hacerles un
molde cada tanto, a medida que Milo creciera.
Los moldes son necesarios para
adaptar el audífono a la orejita de cada bebé y obviamente son personales. Se
le pone una cera en el oído, y se les hace esa formita en silicona con un
tubito que a su vez se engancha al audífono.
A pesar de que hice todo esto y
trate de que lo usara la mayor cantidad de tiempo posible, llegamos a la
consulta con el otorrino para ver porque Milo no giraba cuando decíamos su nombre y sin embargo
a veces parecía escuchar sin audífonos. Esto nos tenia con muchas dudas.
El médico nos miro, con una mezcla de descreimiento y compasión y nos dijo que dado que en la cabina donde se evalúa la audición del
niño con audífonos, había dado que el escuchaba lo suficiente para no ser
candidato a un implante coclear (recurso reservado a perdidas severas /profundas) pensáramos en consultar a
un neurólogo, dado que tal vez allí encontraríamos la respuesta.
El neurólogo nos dijo que no encontraba nada mal en lo que a su especialidad estudia y como Milo seguía sin avanzar con audífonos, decidimos hacer otra
consulta con otro otorrino especialista en hipoacusia.
Así llegamos a un centro
especializado en problemas de audición, teníamos citas de evaluación de audición, de evaluación de
audífonos, y de evaluación psicológica de Milo y de nosotros, sus padres. También en una segunda etapa nos explicarían el funcionamiento del implante coclear .
Recuerdo particularmente la
entrevista psicológica. Mientras Milo jugaba y hablábamos de su historia médica
y de como vivíamos el proceso ella tomaba nota y note que la psicóloga, una
mujer cálida, bonita y elegante, apuntaba principalmente a saber que sabíamos
nosotros del implante coclear y que expectativas teníamos para luego de la
operación.
Nos aclaró que el Implante Coclear
nunca devolvería la audición normal, que Milo seria siempre sordo con la
particularidad que permite la tecnología, “un sordo que escucha”, y quiso saber
que deseábamos nosotros para el futuro nuestro hijo.
Mariano tomo la palabra
diciendo que esperábamos que sea feliz, que tenga una “vida normal” y que teníamos dudas enormes de
que el implante coclear pudiera hacer esto posible.
Milo- 2008 |
La psicóloga nos pregunto si para
nosotros una persona que es profesional, se levanta y va en tren a su trabajo,
regresa, busca a sus dos hijos en el colegio, llega a su casa cocina y cenan
cuando su marido llega a casa, era para nosotros una persona que hacia una
“vida normal”. Respondimos a coro que sí.
En ese momento se corre el cabello
con su mano derecha dejando a la vista su Implante Coclear, y sonriendo nos
dijo: “Descuiden entonces, Milo va a poder hacer “una vida normal” ”.
Al terminar con todas las citas por fin teníamos un
diagnostico y podíamos decidir los pasos a seguir.
Milo fue diagnosticado con una
hipoacusia bilateral severa profunda con neuropatía. Traducido seria que es completamente
sordo y que además de los problemas en sus cócleas tiene problemas en sus
nervios auditivos. Esto llevaba a que sus nervios por momentos ”conectaran” y
escuchaba aunque muy mal y en otras oportunidades los nervios estaban
totalmente desconectados. Para explicarles bien seria como una televisión a la
cual le funcionan mal el cable del enchufe. Si esta desenchufada de nada sirve
subir el volumen, pero cuando conectas la el aparato si ese volumen esta muy
fuerte puede romper los parlantes. Por todo esto Milo escuchaba por momentos
pero claro que igual nunca correctamente y los audífonos de nada servían cuando
estaban “desconectados” sus nervios auditivos. El Dr. fue muy
claro: Milo era candidato a implante coclear.
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