Algo muy importante es sacar de
nuestra mente que tener hipoacusia o tener un hijo con este diagnóstico es un
castigo. Sé que puede ser difícil pensarlo como una bendición, como muchos
solían decirme al principio de nuestra historia, pero es bueno pensarlo como
una circunstancia, que tal vez nos de la oportunidad de darle un sentido
distinto a la vida que llevábamos hasta ese momento.
En psicología se aprende que crisis
no implica nada negativo per se, crisis marca un momento de cambio que podemos
vivirlo negativa o positivamente, pero lo difícil de esta idea es pensar en medio
de un mar de lágrimas que todo va a ser mejor. Confíen en que así será, que más adelante si luchamos por ello, todo lo
que en el presente nos sume en tristeza va a redituarnos en alegrías .
Muchas madres que encuentro hoy ,
superado el momento de duda y que han tomado como se dice “la sartén por el
mango”, miran hacia atrás y piensan que
fue mucha la angustia vivida y el llanto derramado por problemas que una
vez que han sido tomados por las riendas, no son tan graves como parecían.
Créeme, vos, si estas pasando mal,
créeme por favor que no es un castigo lo que están viviendo. La vida y tu hijo
te lo van a demostrar.
Es solamente un duelo que como tal
tenemos que pasar.
Decimos duelo por la perdida de
una ilusión . La ilusión tiene que ver con como imaginamos el momento de nacer
y vivir de nuestro hijo y de nosotros con él.
Pasamos así por más o menos estas
etapas que no son en este orden estricto ni necesariamente pasaremos por todas. La duración de cada una de las
etapas varía dependiendo de las personas, de su carácter y fortaleza . Muchos
profesionales las han descripto porque se basan en las etapas de duelo de
cualquier pérdida.
Te cuanto como las viví yo:
INCREDULIDAD: negación,
confusión, nos quedamos paralizadas en nuestra emoción, deseando que no este pasando con la fantasía de despertar
y que todo haya sido un sueño. Aquí es donde debemos igual buscar ayuda,
médicos, fonoaudiólogas. No negarnos lo que intuimos. Aunque no tenia en claro
que pasaba, sabia que algo no andaba bien, pero al estar sola conmigo me
preguntaba si no estaría yo misma exagerando, si iba a levantarme y todo habría
pasado.
En cada
examen que le hacíamos a Milo , esperaba con ansias un resultado positivo. Las
caras de circunstancia de los profesionales me dejaban knock out.
Desorganización: de la incredulidad , de no “caer” en lo que nos pasa, llegamos
a conectarnos con el dolor, nos damos
cuenta aunque sea en parte de lo que paso, de lo que pasa y nos marea pensar
¿qué nos espera?, la situación nos invade y es difícil ordenar nuestros
pensamientos y sentimientos. Es la etapa que lloramos mucho, nos ponemos muy
sensibles y angustiadas. Un momento difícil para aceptar consuelos. Es inútil
razonar.
No podía
aceptar que nadie, ni amigos ni familia ni médicos me dijera nada. Escuche por
algún lado que no me preocupara que el peor diagnóstico auditivo tenia
solución. No lo registré. También me enojaba cuando me contaban lo bien que
“andaban” los chicos sordos con audífonos e implantes, tampoco me sirvió.
Lloraba, lloraba y lloraba, hundida en mi sentimiento de desolación y tristeza.
ENOJO: Lloré, hice todo lo irracional, ya intenté negar lo que pasaba
y estaba enojada. Tenia un enojo que a veces me llevó a golpear con fuerza una
pared y llorar por horas. ¿ con quien estaba enojada? con todos, con la vida,
con los médicos, con Dios con mi marido, y con el que intentara consolarme
también. Buscaba responsables afuera pero también, debo decirlo, estaba enojada
conmigo. Tenia ese sentimiento de que
algo debiera haber hecho para evitar la sordera de mi hijo.
CULPA: Me sentía
culpable, por no haber elegido al medico que elegí, por no haber pensado en que
mi bebe aun no estaría madura para salir, por no haber sugerido que me den
corticoides para que los pulmones de mi hijo maduraran antes de nacer, por
todo.
SOLEDAD: Verdadera tristeza, conectamos
con la certeza de la situación que vivimos. Me sentí que estaba sola con todo. Si bien mi marido
estaba al lado, no lograba registrarlo.Las tareas de llevar a Milo al medico, aprender sobre sus audífonos,
sobre tratamientos, ver los turnos, estudiar las posibilidades de tratamiento a
seguir, buscar apoyo, buscar información sobre el mundo que se nos venia, etc.
me hacían sentir una fuerte soledad. La familia en general estaba cerca, y nos ayudo mucho en el día a
día, pero en soledad pasaba todo el resto, el sentimiento de madre dolida es de
una misma. Me pasaba muchas noches sin dormir, triste, me dolía el cuerpo y no
tenia fuerzas, pero nunca pare. Y también hice algo que me sirvió mucho. Cuando
Milo ya tenia 5 meses y no habíamos pasado una semana desde su nacimiento sin asistir a un médico o
realizar un estudio, y tener fonoaudiología todas las semanas, me di cuenta que
esto iba para largo. Entonces tomé a mi bebe y nos fuimos 5 días fuera de la ciudad, donde viven
unos amigos que quiero mucho. Ahí me desconecté y
recuperé energías, no le puse los audífonos a Milo y también él disfrutó
de no ser evaluado permanentemente. Lo recomiendo. Cortar con todo aunque sea
unos días.
RESTABLECIMIENTO y ACEPTACION: Revalorizamos lo que tenemos y pensamos como
seguir. En nuestro caso cuando Milo cumplió 1 año decidimos implantarlo y este
fue el puente hacia la salida, un principio de paz.
La vida
sigue y el tiempo transcurrido demuestra que el tiempo ayuda. Los tiempos de
certezas, aunque tristes me dieron paz. Sobre todo de saber que estaba
encaminada, que podíamos tener una salida al problema y que había que trabajar
para que todo salga bien. Me acuerdo la paz que sentí cuando tomamos la
decisión del primer implante. Si tengo que explicarlo con palabras diría que me
rearmé. Volví a encaminarme entera a lo que nos esperaba.
Aceptamos un
nuevo desafío: vivir con implante coclear.
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